Charlotte Perkins Gilman

                    

Publicó el relato El papel pintado amarillo en 1892 es una de sus obras más conocidas, en parte autobiográfico, lo escribió tras una depresión post parto. La protagonista del relato, también sufre al parecer esta dolencia, aunque en ese momento se consideraba que era una enfermedad llamada histeria. Su marido y médico a la vez le "receta" permanecer sin actividad, ni física ni intelectual, confinada en una habitación con un papel amarillo. era una terapia habitual en ese momento. El neurólogo Silas Weil Mitchell, se hizo famoso después de la Guerra civil estadounidense, por recomendar este tratamiento. Consistía en aislas a la mujer de su red de apoyos, abandonar cualquier trabajo y más si este era intelectual y en una sumisión a las decisiones del Dr o del esposo. Si esto no funcionaba, la solución era ingresarla en una clínica.

 

La histeria femenina o neurastenia como era conocida en América se convirtió en un diagnóstico habitual para las mujeres en la época victoriana, aunque ya era descrita desde la antigüedad. El texto más antiguo donde se menciona data de 1800 a.C. Se trata de los papiros de Lahun, descubiertos en el yacimiento de Hetep sennuset (Al-Fayum, Egipto). 

En la Grecia clásica el filósofo Platón afirma: "En las mujeres lo que se llama matriz o útero es un animal que vive en ella con el deseo de hacer hijos. Cuando permanece mucho tiempo estéril después del periodo de pubertad apenas se la puede soportar pues se indigna, va errante por todo el cuerpo, bloquea los conductos del aliento, impide la respiración, causa una molestia extraordinaria y ocasiona enfermedades de todo tipo". También Hipócrates y Galeno describen patologías femeninas apoyandose en esta teoría. 

En  la Edad Media la histeria era un mal que se apodera de las mujeres, se consideran brujas influenciadas por el diablo, se las persigue por endemoniadas y podían perfectamente acabar quemadas en la hoguera.

En el siglo XIX se convirtió en una enfermedad muy común para miles de mujeres fueron diagnosticadas por histeria. A menudo eran tratadas con masajes pélvicos realizados por un Dr o por una comadrona y se hicieron muy populares las aplicaciones de hidroterapia en balnearios. En los más exclusivos de Europa a partir de 1870 disponían hasta de de vibradores. La conocida escritora Virginia Wolf fue diagnosticada con histeria y dio comienzo al psicoanálisis ya que Sigmund Freud afirmaba que era provocada por un hecho traumático reprimido en el subconsciente.

La psiquiatría de la época influenciada por las teorías de "El origen del hombre" de Darwin (1871) afirmaban la superioridad del hombre sobre la mujer. La esposa debía someterse al marido y dedicarse por completo al hogar. Pero a finales del siglo XIX el feminismo comenzó a recorrer el mundo, aparecía una luz de esperanza en el oscuro mundo de muchas mujeres. Según una publicación de la sufragista Susan B Anthony "ningún objeto o invento de la historia ha hecho tanto por la emancipación de la mujer como la bicicleta". Sin duda en un momento en el que ni podían votar el poder moverse con libertad más allá de sus hogares donde debían permanecer recluidas y controladas por los hombres de la familia suponía una liberación,  igual que el cambio de sus corsés y faldas hasta los tobillos que se transformaron en en unos transgresores pantalones bombachos.

                      

Esta independencia no fue muy bien aceptado por ellos, al principio lo vieron como un simple juguete pero después lo sintieron como un autentico peligro. Para evitar que las mujeres siguieran con su práctica y con su creciente libertad, se inventaron una nueva enfermedad femenina llamada "cara de bicicleta" los síntomas eran: ojeras, mandíbula apretada labios demacrados, expresión cansada, palpitaciones... Lo contrario a la delicada imagen que se esperaba de una mujer en la época victoriana.

Charlotte no fue una mujer al uso del momento, se ocupó de los derechos ajenos y en especial de las mujeres, fue activista social y feminista. Con su fuerte carácter defendió sus principios y criticó con energía el sometimiento al que era relegada la esposa  y al rol que marcaba la sociedad para la mujer. Seguramente en su juventud estuvo influenciado por sus tías paternas, Isabelle Beecher Hooker, destacada sufragista y Harriet Beecher Stowe, escritora abolicionista autora del "La cabaña del Tío Tom".

 

Resistió poco más de dos meses al tratamiento del Dr Weir Mitchell y tomó una doble decisión, el divorciarse y trasladarse a vivir junto a su hija a California donde desarrolló su labor. Escribió su relato con la intención de ayudar a todas las mujeres que habían sufrido un tormento parecido y obligar al Dr que dejará a utilizar ese tratamiento. Le envió una copia y consiguió su propósito... Gracias Charlotte, por arrancar el papel y dejar libres a todas las mujeres que estaban prisioneras bajo él.